Como terapeuta holístico, me encuentro a menudo con una idea que puede parecer un aliado, pero que en realidad se convierte en un falso amigo: la necesidad de controlar cada aspecto de nuestra vida antes de actuar. Esta búsqueda de certeza puede llevarnos a pensar que debemos anticipar todas las variables y emociones que influirán en nuestros resultados. Sin embargo, esta necesidad de control es, en esencia, un obstáculo que nos impide vivir plenamente.
Desde la perspectiva de la neurociencia, es fascinante entender que muchas de nuestras experiencias más exitosas surgen de la bioquímica que se genera de manera natural mientras nos involucramos en acciones concretas. Nuestro cerebro se adapta y entrena a través de la práctica y la vivencia de situaciones específicas. Si nos negamos a participar en el proceso, corremos el riesgo de perder los estímulos esenciales necesarios para materializar nuestros deseos.
Cada acción positiva crea un efecto dominó de bienestar, alimentando a la siguiente. Sin embargo, comenzar puede ser lo más desafiante, ya que a menudo el impulso inicial proviene de la pura fuerza de voluntad. Aquí es donde se presentan conceptos que pueden ayudarnos a dar ese primer paso.
1. Actuar con Curiosidad: Abordar cada nueva experiencia desde un lugar de curiosidad nos permite abrir la mente y el corazón. La curiosidad nos invita a explorar sin expectativas, lo que puede reducir la presión de obtener un resultado específico.
2. Nutrir el Entusiasmo: Aunque el entusiasmo no siempre esté presente, podemos elegir cultivarlo. La energía positiva que se genera al actuar con entusiasmo puede ser contagiosa y motivadora.
3. Practicar la Presencia: Mantenerse presente en el momento nos permite disfrutar del viaje sin quedarnos atrapados en miedos sobre el futuro. La práctica de la atención plena nos conecta con nuestras emociones y nos ayuda a experimentar cada acción plenamente.
4. Fomentar una Sana Ingenuidad: Permitirnos ser ingenuos en el sentido de no tratar de anticipar el resultado nos abre a la posibilidad de descubrir lo inesperado. Este estado de ser puede ser liberador y enriquecedor.
Para superar el deseo de control, es fundamental energizar nuestras acciones iniciales. El simple acto de salir del estancamiento y poner en movimiento nuestras intenciones crea una sensación de bienestar que lubrica tanto nuestras emociones como nuestra mente.
Una vez que hemos dado el primer paso, el siguiente desafío es mantener la acción a lo largo del tiempo. Aquí, la curiosidad y el entusiasmo deben seguir alimentando nuestro camino, mientras practicamos el arte de no proyectar demasiado en el futuro. La lealtad a nuestro proceso interno es fundamental; el verdadero crecimiento ocurre cuando nos permitimos simplemente actuar y nutrirnos de cada experiencia.